Hace unos días tuvimos la oportunidad de facilitar la unión de dos espíritus separados por lo que llamamos un velo. Uno de ellos, con más experiencia en el plano invisible, y el otro recién llegado. El más experimentado llevaba tiempo esperando, aunque realmente donde está, el tiempo no existe, ya que el tiempo es un invento del plano físico. El más experimentado ya se había colocado su traje marrón, para ese encuentro tan especial. El recién llegado, aún estaba un poco perdido. Dejar la envoltura grosera que rodea nuestra alma no tiene que ser fácil, pero saber que la muerte tan sólo es una transición, facilita mucho las cosas. El recién llegado estaba esperando, en un lugar desconocido por completo. Por educación, estaba esperando el momento oportuno para dejar el lugar en el que se encontraba.
Cuando le indicamos al más experimentado donde estaba el recién llegado, rápidamente fue a buscarlo, demostrándole todo el amor que siempre había existido entre los dos. Una vez que se encontraron de nuevo, se dieron la mano, y comenzaron a andar. Ahora están juntos de nuevo. ¿Lo estarán eternamente?. Es difícil saberlo, ya que no nos está permitido conocer las normas del mundo invisible.
Que bonito es estar al lado de Mercé, interactuando de manera sutil con el lado invisible. Que bonito es saber, que después de la muerte, sigue habiendo vida. Que bonito es saber, que después de la muerte, aún puede seguir existiendo el amor.
Este texto está dedicado a dos personas de mi árbol genealógico. Dos personas cuyo recuerdo coloca una sonrisa en mi cara, por su trato hacia mi y su cariño.
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