La enfermedad

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Cuando abrió los ojos vio cómo una nebulosa grisácea estaba delante de ella. Al intentar incorporarse, no pudo, sintiendo que algo pasaba. No podía mover sus piernas y el dolor de su espalda le avisaba de que algo que no iba bien.

Miró a su alrededor y todos los objetos que había en la habitación estaban en 3D y se movían lentamente. Sin asustarse, pero inquieta, llamó al código, pero el código no apareció.

Una vez incorporada, empezó a tener descargas eléctricas en las piernas, y apareció el dolor de cabeza.

«Hola, soy la enfermedad» dijo una voz que salía de la nebulosa. Ella entendió que ahora tenía que escuchar algo, que todo el conjunto de dolores corporales era la respuesta de varios sentimientos llevados en su envoltura, en su codificación, y desde la tranquilidad empezó a escuchar lo que la nebulosa le decía: «Si escuchas tanto y lo haces tuyo, si ves tanto y no quieres entenderlo, si dejas que invadan tu energía con las envidias, si no sabes decir NO y eres víctima del destino, si no aceptas tu condición de que eres diferente, entonces te paralizarás, y la culebra te atacará. Los bichos de la gente a la que tratas, les estás dando cobijo por ayudar, llevándotelos tú y así enfermando».

 

Cuando abrió los ojos vio cómo una nebulosa grisácea estaba delante de ella. Al intentar incorporarse, no pudo, sintiendo que algo pasaba. No podía mover sus piernas y el dolor de su espalda le avisaba de que algo que no iba bien. Miró a su alrededor y todos los objetos que había en la habitación estaban en 3D y se movían lentamente. Sin asustarse, pero inquieta, llamó al código, pero el código no apareció. Una vez incorporada, empezó a tener descargas eléctricas en las piernas, y apareció el dolor de cabeza. "Hola, soy la enfermedad" dijo una voz que salía de la nebulosa. Ella entendió que ahora tenía que escuchar algo, que todo el conjunto de dolores corporales era la respuesta de varios sentimientos llevados en su envoltura, en su codificación, y desde la tranquilidad empezó a escuchar lo que la nebulosa le decía: "Si escuchas tanto y lo haces tuyo, si ves tanto y no quieres entenderlo, si dejas que invadan tu energía con las envidias, si no sabes decir NO y eres víctima del destino, si no aceptas tu condición de que eres diferente, entonces te paralizarás, y la culebra te atacará. Los bichos de la gente a la que tratas, les estás dando cobijo por ayudar, llevándotelos tú y así enfermando".

 

Después de estas palabras, ella se derrumbó, y sumida en el dolor, el deseo de no vivir así, pidió que su envoltura se desvaneciera y que su alma se convirtiera en espíritu. No podía aceptar que su condición era ver puntos rojos, sentir el dolor de la humanidad, ver diferentes estados temporales que le implicaban en ver lo que la conciencia global estaba proyectando… ¿Qué mente humana puede aguantar eso?

«Ahora, cógeme de la mano y camina conmigo» le dijo la nebulosa. Ella así hizo, y empezó a caminar por diferentes caminos donde iba encontrando imágenes de su vida, de lo que llamamos pasado y llamamos presente.

Vio sus procesos de evolución, vio imágenes de dolores pasados, vio a gente que había pasado por su vida y que habían interpretado un papel para lucrase de sus capacidades, vio a la gente que ahora le envidiaban.

Y mientras observaba con todo detalle, apareció el código mostrándole esferas de colores y entregándole una hoja y un lápiz: «Escribe los paralelismos y observa las sincronicidades» dijo el código.

Así hizo, y ella empezó a sonreír. Miro a la nebulosa, y con paciencia y muy tranquila le susurro: «Acepto que me acompañes, pero ahora ya he visto lo que mi mente ha creado, lo que no debo permitir, a quién y a qué le tengo que decir NO, lo que tengo que devolver a quien le pertenece y decir gracias a la envidia de la gente porque en verdad están confirmando que soy diferente, y eso, me hace especial.

Gracias enfermedad por enseñarme los caminos, ahora soy yo quien lo tengo que modificar”

La nebulosa desapareció y el código abrió una puerta. Detrás de esa puerta estaban sus guías, sus amigos, su familia, sonriendo, con los brazos abiertos.

Ella se lanzó a los brazos de todos, recibiendo y dando amor, y a medida que lo sentía, cada persona se iba convirtiendo en una ayuda: médicos homeópatas, naturópatas, nutricionistas, reiquistas, terapeutas florales, médicos cirujanos… Y con todas estas soluciones, ella empezó a aceptar que se quería quedar un poco más en esta vida, hasta que su misión terminara.

Mercé

Dedicado a Hugo, Ángel, Yasmina y Betty.